No olvides fijarte en las cosas que te comunica tu bebé. Tómate el tiempo necesario para conocer el temperamento de tu hijo, lo que funciona y lo que no funciona con él. Al hacer esto, podrás aprender a anticiparte a sus necesidades. Por ejemplo, podrás darte cuenta de que tu bebé se toca los labios cuando está hambriento, y así alimentarlo antes de que se ponga realmente de mal humor.