Tenía 13 años cuando “me convertí en una mujercita”. Estaba en el cine, viendo “Superman”. ¡Tuve mi primer periodo en el cine! Mi madrastra española me abrazó y me felicitó. ¿Por qué? Me preguntaba yo, ¿por crecer? Yo no quería ser una mujer, yo era un chicazo con terror a al mundo de las mujeres.
Después de aquel evento traumático (en aquellos tiempos no existía eso de “la charla”, así que estaba pez en todo), empecé a rellenarme por todos lados. Me transformé de una espiga a un cuerpo femenino y desconocido. Me salieron pechos enormes, al menos eso me parecían a mí. Sentía que estaba siendo castigada por no querer crecer. Usaba camisetas extra grandes del departamento de caballeros para ocultar mis cambios, pero el hecho era que mis pechos eran imposibles de disimular. Me sentía tan mal que le pedí a mi padre una cirugía de reducción de busto.
No ayudó nada el hecho de tener un accidente que me dañó la espina dorsal y tuve que estar en la cama tres meses. Durante ese tiempo aumenté de peso de una forma espantosa. Y me crecieron más los pechos. Los odiaba. Mi padre me dijo que si perdía peso y mis pechos no disminuían su tamaño, me pagaría una cirugía de reducción de busto. Así que emprendí una cruzada para perder peso y sí, mis pechos disminuyeron. ¡Estaba tan agradecida! No solo volví a ser una espiga, sino también una talla 32B.
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Mi miedo a la femineidad fue causado por dos eventos que me aterrorizaron profundamente. Mientras estaba en la fase de los pechos grandes, los hombres en España a menudo me tocaban cuando caminaba por la calle. ¿Te imaginas? Aún así, horrible como ya era la situación, las charlas de mi abuelo la hicieron peor. Él me inculcó el sentimiento de que lo que todos los hombres quieren de una mujer es sexo, y eso siempre empezaba acariciando los pechos, así que nunca debía permitir que eso pasara si tenía un noviecito. Como él era un mujeriego empedernido, conocía bien a los hombres. Supongo que estaba tratando de protegerme de los tipos lujuriosos pero sus palabras me hicieron odiar mis pechos aún más.
Supongo que esta es la razón por la que no puedo entender a las mujeres que se hacen cirugía de aumento de busto. Imagino que es el sentimiento de vergüenza que mi abuelo me inculcó. Y los poco confiables hombres que conocí en mi juventud no ayudaron tampoco. Aprendí a avergonzarme de mis pechos y que no me gustara mi cuerpo. Ya no escucho las palabras de mi abuelo español, pero desearía haber dejado mis inseguridades atrás cuando era mucho más joven.
Ahora todavía soy una talla 32B, pequeña para algunos estándares de belleza, supongo, pero no me importa. Este es mi cuerpo y me gusta. Pequeño e imperfecto, no es la belleza que nos venden como ideal, ¡pero puedo vivir con eso!
La mayoría de las mujeres tienen algún tipo de relación amor-odio con sus pechos. ¿Cuál es la tuya?