2. Dices cosas cuando estás enojado de las que luego te arrepientes.
Tus emociones se adelantan a tu cerebro cuando estás enojado y te salen palabras que no puedes remediar. Tus relaciones no sobrevivirán si te comportas así.
3. Tú mismo te sorprendes con el nivel de tu ira.
Después de calmarte observas las cosas que sucedieron mientras estabas enojado; vidrios rotos, papeleras pateadas y el perro escondido debajo de la cama son señales de que debes tomar el control.