Todos hemos tenido momentos de ira. Cuando abres el refrigerador en la sala de descanso para encontrar que alguien se ha comido tu almuerzo, cuando pierdes el autobús por tres segundos o cuando te das cuenta de que alguien se ha colado en la fila del cine… no es inusual que te enojes un poco. Para la mayoría de nosotros, el enojo es una emoción que plantea brevemente nuestro temperamento y luego conseguimos volver a poner nuestras emociones bajo control y la vida continúa. Sin embargo, para unos pocos, la ira se convierte en un catalizador para la violencia. En lugar de una emoción de paso, la ira se convierte en una furia que lo consume todo y que controla nuestra vida.