Más o menos eso es lo que hago todos los lunes. De este modo procuro que mis hijos no se estresen porque saben qué esperar y lo que se espera de ellos. Lo que no quiere decir que siempre salga todo a la perfección, claro. Siempre hay alguien que está enfermo, necesita materiales para su clase de arte o se olvidó del traje de ballet en casa. Pero desde que he adoptado la opción “agéndalo o nada”, me siento mucho más ordenada y menos estresada, por lo menos en lo que respecta a nuestras actividades extraescolares.