Aclarado este punto, queda armarse de paciencia, ser constante y sobre todo, coherente. Un padre que desea que sus hijos lean debe ser un lector. Si por razones de tiempo u obligaciones esto no es posible con frecuencia, los libros deben ser tratados con respeto y verdadera devoción en tu casa. Un fin de semana, un rato por la noche, un espacio dedicado a la lectura. Esta invitación debe ser abierta, sin exigirse que se cumpla. De hecho, si hay alguien obligado a comenzar a leer en el hogar, eres tú.