Sentarse a la mesa en familia crea un enorme sentimiento de seguridad en el niño. Ayuda también a crear una fuerte sensación de pertenencia, de ubicación en el mundo y fortalece los lazos familiares. La comida en sí misma es el menor de los detalles. Lo importante es compartir tiempo de calidad, conversar de todo un poco mientras los niños aprenden buenos modales y normas básicas de comportamiento en la mesa.