Bilingual Plus de Mamiverse es un canal online dedicado a facilitar a padres y educadores las herramientas para el aprendizaje bilingüe, en forma de libros digitales ilustrados, cancioneros y otros contenidos para toda la familia.
Alrededor de los dos años, los niños comienzan a balbucear sus primeras palabras imitando lo que escuchan de sus padres y otros familiares. Poco después, juntan esas palabras y, si los padres escuchan con atención, podrían observar el nacimiento de la primera frase dicha por el pequeño.
Al joven cerebro le lleva dos años de recolección de información lingüística entender cómo funcionan las cosas y relacionar sonidos con objetos, independientemente de cuál sea ese sonido y cuál el objeto. Para un niño no hay lengua imposible de aprender. Son los adultos los que deciden qué lengua es difícil de aprender pero, para los niños, todas se aprenden de la misma forma natural y sencilla.
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Pareciera que dos años de escuchar el mismo idioma todo el tiempo, ser corregido, prestar atención a los sonidos, a las palabras, durante todo el día, todos los días y obtener a cambio sólo un balbuceo torpe (y simpático) de unas pocas palabras… es un mal negocio. Para cuando el pequeñito tiene tres años, puede expresarse con un vocabulario limitado y una gramática muy simple. Es, en este momento cuando se acelera el proceso y comienza el aprendizaje del lenguaje que durará toda la vida.
Algunos padres se preguntarán si su hijo tiene facilidad para aprender idiomas. Las señales serían las siguientes:
- Si tu hijo empieza a repetir palabras antes de los dos años, probablemente es un talento natural para los idiomas.
- Si pone palabras juntas con sentido, es decir en oraciones, antes de los dos años y medio, tiene mucha facilidad para la lengua.
- Si entiende palabras y órdenes sencillas antes del año y medio, es, definitivamente, un pequeño dotado.
- Cuando se da cuenta de que una manzana es también un apple, es que es un niño bilingüe desde el vamos.
- Los padres son los mejores maestros que el niño puede tener: repiten, vocalizan, corrigen y pasan todo el tiempo con sus hijos, así que saben más que nadie acerca de estos. PERO…
Todas las personas son iguales y diferentes: todos tenemos nariz, pero cada una es distinta. Probablemente hay unas 7 millones y medio de narices en el mundo, y no hay dos exactamente iguales. De la misma manera, hay niños que pueden empezar a hablar más tarde de lo establecido por la media pero se equiparan rápidamente con sus pares.
Todos aprendemos a nuestra manera, y el hecho de que un niño empiece a balbucear más tarde que otro no significa nada. Lo importante es no caer en estado de pánico, no enloquecerse y obsesionarse y relajarse. Los padres debieran confiar en ellos mismos y en sus retoños en lo que respecta al lenguaje. Y recuerda… las comparaciones son odiosas.