No puedo culpar a Paolo por no mantenerse al día con platos sucios o la ropa o la leche en mal estado. Trabajaba todo el día y tenía las manos llenas con una niña inquieta y confundida todas las noches. El hecho de que Naomi estaba bien cuando llegué y que únicamente sonrió de una manera dulce cuando despertó de su siesta y me vio por primera vez en una semana, era prueba de que él y su familia hicieron un muy buen trabajo manteniendo la rutina lo más normal posible en mi ausencia. Claro, ella estaba un poco más pegajosa de lo, ¡pero menos que el perro!
Aún con las horribles circunstancias de mi semana lejos de mi familia, no puedo dejar de sentir un poco de satisfacción al saber que mi marido no puede hacerlo todo sin mí. Además, no creo que duela recordárselos a nuestros cónyuges de vez en cuando. A pesar de nuestras pequeñas luchas de poder sobre a quién le toca pasear al perro o limpiar la mesa o cambiar el pañal con popó, mi familia es una simbiosis: elimina un elemento de la imagen y las cosas simplemente no funciona bien.
Así que la próxima vez que salga de la ciudad durante una semana, vendrán conmigo (aunque contratemos a un cuidador de perros).