¿Cómo hacer para mantener ese renovado sentimiento de optimismo que experimentamos durante las vacaciones? A ver, afróntalo: cuando se terminan, regresas al estrés del trabajo, la familia, la vida diaria y quizás las facturas sin pagar. ¡Es estresante! Y sin embargo, es posible mantenerte conectada a esa voz interior que tan claramente escuchas cuando estás de vacaciones y que no tiene por qué apagarse, sepultada por todo el ruido de la vida cotidiana.
Cambia tus rutinas. Muchas veces tenemos el final de las vacaciones porque eso supone volver a las viejas y deprimentes rutinas. Pero si no te gusta la tuya, ¡cámbiala! Tal vez no puedas dejar tu trabajo, pero sí redecorar tu oficina y colocar el escritorio enfrente de la ventana. O pasear al perro por un camino diferente. O probar a hacer esa receta que llevas tanto tiempo queriendo probar. Al margen de tu trabajo y de las agendas de tus hijos, haz lo posible por ser espontánea y flexible. Mucha de la rutina y la rigidez que hay en nuestra vida está ahí porque nosotras mismas la hemos puesto.
Haz una lista de tus metas. Escribir una lista de cosas por hacer te animará porque crea una sensación de novedad que resulta excitante. Pero recuerda: es una lista de cosas divertidas que realmente te apetece hacer. Pon por escrito tus planes para este año, tus sueños por cumplir e incluso los nuevos conjuntos que te comprarás en la próxima temporada. ¡Deja que tu imaginación vuele! También puedes hacer un collage con imágenes recortadas de revistas que funcione como un “mapa del tesoro”. Colócalo en un lugar donde puedas verlo a diario, como el espejo del baño o la puerta del frigorífico.
Lee también: Volver a la escuela tras las vacaciones
Repasa tus metas. Una vez que has puesto tus metas por escrito, revísalos. Ahora, saca de la lista todo lo que en realidad no es un objetivo, sino un simple deseo. Libérate también de todos los objetivos poco realistas que escribiste movida por el deseo de escapar de tu rutinaria vida (¿de verdad vas a pasar un mes en India este invierno?). Y finalmente, elimina todas esas metas que en realidad no te pertenecen, y que pusiste en la lista porque se supone que son cosas que tienes que hacer. Ya sabes, hacer ejercicio a diario, visitar a tu suegra cada día, hacer una dieta estricta… Mantente fiel a tus auténticos objetivos, incluso si solo son dos o tres pequeñas cosas.
HAZ LAS COSAS POR PLACER
¿Recuerdas por qué las vacaciones son tan divertidas y tan relajadas? Porque casi todo lo que haces lo haces por puro placer. Así que busca formas de incorporar pequeños placeres a tu vida diaria. Pide cita para una mani/pedi. Coge el teléfono y cita a tus mejores amigas para comer juntas. Siéntate en el parque con un libro mientras los niños juegan. Claro que no tienes la libertad de planificar toda la agenda a tu antojo, pero siempre se puede sacar un poco de tiempo, aunque sea una vez a la semana, para hacer algo que te apetezca.
Las vacaciones nos hacen sentir bien porque nos liberan de las obligaciones que nos constriñen y de las rutinas, abriendo nuestra mente a nuevas posibilidades. Escuchas esa voz interior que te dice: “¿Y si hiciera esto o lo otro?” No la apagues. Al contrario, aprende la lección que te está enseñando. Se supone que la vida tiene que ser feliz y divertida, así que no permitas que la ‘depre’ postvacacional te robe ese estado de ánimo.