Cada vez que sucumbo a mi impulso, me prometo que será la última vez, igual que lo haría cualquier yonki cuando se droga. También me digo que no usaré mi tarjeta de crédito (que, por cierto, solo uso porque me da millas para viajar). Pero, sin un plan previo de acción, es muy fácil olvidarse y caer de nuevo en la tentación.
Aunque no he tocado fondo, sé que es tiempo de detenerme y hacer algo antes de que sea demasiado tarde.
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