El embarazo es uno de los sucesos más conmovedores en la vida de una mujer. Se haya deseado fervientemente o no, ahí está, la panza redondeada y notoria, y dentro, un hijo que patalea y duerme, comenzando su vida de la nada, en el seno materno. Es impresionante. Seguir el crecimiento del embrión hasta llegar al feto, ver florecer manos, pies, cabeza, orejas, ojos, y un día saber el sexo del bebé. Si todo va bien, en casi 10 meses, una mujer se convierte en madre, y con ese adjetivo venerado en todas las culturas, recae sobre ella el inmenso peso de haber creado vida.
Lee tambien: 7 secretos de mamás exitosas
La mujer que hay detrás de toda madre no lo sabe todo, tiene dudas, miedos, ascos, tristezas, alegrías y ganas de huir, muchas veces. Durante el embarazo se hace mil preguntas. Algunas en voz alta, otras, tan íntimas, crudas o reales, que no encajan con la beatífica imagen de la embarazada.
SEXO EN EL EMBARAZO Y OTRAS DUDAS Y PREGUNTAS
1. ¿Puedo tener todo el sexo que quiera, como quiera y cuando quiera? ¿Es normal estar más excitada incluso, que antes del embarazo?
Sí, es normal, la irrigación sanguínea de la embarazada es mucho mayor, el volumen de sangre aumenta unos dos litros, las mucosas se preparan y están húmedas e inflamadas, toda la piel está más sensible, si el embarazo va bien, la mujer se siente plena y poderosa, y muy sensual. Está perfecto disfrutar al máximo de la sexualidad, son los últimos tiempos a solas antes del bebé. Las posturas aconsejables son aquellas que no presionen al bebé. De costado ambos, o la mujer arriba. El bebé no puede ser dañado por la relación sexual, no hay manera de que el varón se acerque al útero donde se aloja el nonato.
2. Transpiro mucho, estoy sedienta y bebo una gran cantidad de líquido, lo que me lleva al espantoso problema de tener siempre la necesidad de orinar, pero… ¡se me escapa! ¡No lo puedo contener!
Es normal, la presión del útero sobre la vejiga hace que las ganas de orinar sean frecuentes y la musculatura pélvica se va aflojando preparándose para el parto, esto, unido con la sudoración debida al aumento del riego sanguíneo, y la sed al transpirar mucho, crean un círculo vicioso incómodo pero pasajero.
3. ¿Y los gases? ¡No me había pasado nunca! Amén del estreñimiento y las hemorroides.
La hormona progesterona, necesaria para el buen funcionamiento del embarazo, es la causante del relajamiento de la musculatura intestinal para que el útero pueda desplazar al estómago, esto, obviamente, trae alteraciones en los intestinos que acumulan gases. Se deben evitar los alimentos flatulentos e irritantes. El estreñimiento tiene la misma causa, y las hemorroides suelen aparecer al final del embarazo, con la presión del parto. Caminar, beber abundante agua, baños de asiento con agua fría, y alimentos ricos en fibra son soluciones para mejorar las molestias.
4. Estoy muy feliz con mi embarazo, pero a veces me siento muy triste, muy irritada o angustiada.
De nuevo las hormonas, y por qué no decirlo, el ser humanas. Las hormonas revolucionan el primer trimestre del embarazo, suben y bajan las emociones, pasando del llanto a la risa. El segundo trimestre es más equilibrado, y el tercero es el más duro. A las hormonas, hay que añadir el miedo real a ser madre, al parto, a la pérdida de la libertad, de la identidad y hasta del amor de la pareja.
5. ¿Volveré a recuperar mi figura?
En el parto se pierden unos 6 u 8 kilogramos. El resto se va poco a poco. El primer mes no es aconsejable hacer ejercicio físico de una manera fuerte, pero después, poco a poco, conviene volver a moverse y ponerse en forma. En unos 9 meses casi todo rastro habrá desaparecido. Las caderas nunca volverán a su lugar, el vientre tarda y necesita ayuda para volver a estar plano, los pechos no van a estar altos y turgentes de nuevo, el peso de la leche y la lactancia les darán un aspecto más grave, pero no menos hermoso. La lactancia hará que se pierdan unas 500 calorías diarias, pero nunca se debe hacer dieta mientras se amamanta.
6. ¿Me querrá mi pareja más que a mi bebé?
La pareja estará igual de fascinada con el recién nacido que la madre. Durante un tiempo el mirarse a los ojos se convierte en mirar juntos al bebé. Situarse el lugar de padres es convertirse en un triángulo donde todo converge en el más pequeño. El amor hacia el hijo pertenece a otra categoría de afecto, es diferente, se puede amar a un adulto y a un hijo con la misma intensidad y con diferente categorización.
7. ¿Y yo? ¿Querré a mi bebé? ¿Mi bebé me querrá a mí?
El amor de una madre, por mucho que se empeñen las tradiciones y publicaciones, no es instantáneo. Después del dolor y cansancio del parto, se consigue un arrugado, demandante y desorganizado paquete. Llora, se ensucia y no sabe mamar, es desesperantemente frustrante. Sin embargo es lo único que una madre quiere ver, y el bebé sólo estará tranquilo y feliz en contacto con su madre. El amor entre los dos va creciendo con las horas, con los días. Por eso es vital el contacto del recién nacido con su madre en cuanto se pueda, el lazo de afecto tiene que consolidarse.
8. Tengo ya un hijo… ¿Voy a querer a este bebé como quiero a mi hijo?
Parece imposible, el que tiene un hijo no puede concebir la idea de amar a otro niño de la misma forma. Aunque así parezca, otro bebé hace nacer otro corazón, se duplica o triplica la capacidad de amar, no se divide la que uno ya tiene.
Dudas de embarazada, dudas de mujer, dudas de madre. Todas tienen un punto en común, la mujer que necesita preguntar libremente.