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La palabra “no” niega a la persona, la bloquea, la empequeñece además de avergonzarla delante de toda una clase. No le permite volver a equivocarse. Provoca que alumno se reprima a la hora de dar otra respuesta por miedo a otro “no” rotundo.
La mejor manera de corregir en una clase para que el alumno se sienta cómodo y se atreva a participar sin miedos, es evitar la palabra: ¡no!
Para que un alumno aprenda, lo más importante es que se sienta cómodo y que, diga lo que diga, su contribución será valiosa, sea cual sea. La rectificación del error no tiene porque quedar en un “no,” Hay maneras de corregir que ayudan a que el alumno se dé cuenta del error sin bloquearse o callarse. Darle la oportunidad para rectificar sin miedo.
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Un sistema que me funciona muy bien una vez ya me conocen los alumnos, es decirles: ¿perdón? como si no les hubiese oído, cuando se equivocan. Así, no solo les doy otra oportunidad, sino que les animo a que ellos mismos rectifiquen sin ninguna presión. También es importante el tono en que se hace. Yo sonrío siempre. Sé que es algo innato y no es natural en todos los profesores, pero un esfuerzo así hará que los alumnos sientan que no estamos ante un grave error.
No hay nada peor que un alumno temeroso de equivocarse porque le van a corregir duramente si se equivoca. Teme al ridículo y se bloquea ante tal presión.
Otras veces, si un alumno ha dicho una palabra en una frase incorrectamente, simplemente le repito la frase con la palabra corregida. Lo hago como una aclaración de lo que ha dicho. Después lo repiten correctamente y seguimos con la conversación sin darle tanta importancia. El alumno se acostumbra y toma nota cuando ocurre este tipo de error.
Los niños y los adultos no somos tan diferentes a la hora de asistir a una clase de idiomas. Parece que los adultos volvemos al lugar donde nos quedamos en la escuela. Surgen los mismos miedos e inquietudes. Si no los mismos, similares. Por eso, es importante que un profesor sea sensible a los sentimientos e inquietudes de sus alumnos. Y recordará que la palabra “no” no era de mucha utilidad en sus años escolares.
Hay mil maneras de corregir sin negar a la persona. Pónganse en el lugar del alumno y empiecen por ahí. Conecten con cada uno y encuentren la mejor manera de corregirle. Cada alumno es un mundo. Es importante conocer sus debilidades individuales para poder sacarle el mayor partido a la hora de enseñarle.