Como parte de nuestro apoyo a TECHO, la organización de jóvenes sin fines de lucro para erradicar la pobreza en América Latina, entrevistamos a Florencia Goluboff, una américo-argentina de 23 años que es voluntaria en TECHO. Le gustó mucho contarnos sus experiencias con TECHO, y todo lo que había aprendido como voluntaria en algunas de las comunidades más pobres de Latinoamérica.
Lee también: Nico Berardi de #TECHOus y #COLECTA: un joven con una visión
Mamiverse: ¿Qué te llevó a ser una voluntaria para TECHO? ¿Qué edad tenías cuando empezaste?
FG: Cuando me mudé a USA en 2004, sentía que tenía un vacío, que algo estaba faltando en mi vida. He sido voluntaria toda mi vida, desde que tengo memoria. Pero nunca lo había hecho de la forma y con la pasión que lo hago para TECHO. Tenía 21 años cuando empecé con TECHO. Me uní a ellos porque sentí que era una forma muy buena de devolver a mi país, Argentina, y a toda Latinoamérica un poco de lo que me han dado a mí. Siempre había ayudado a otros países (en otras organizaciones de las que formé parte), y TECHO ayuda en todos lados. Otra de las razones es que mis amigos ya formaban parte de TECHO, y me parecía una organización no gubernamental “copada” (excelente) y organizada en serio.
Mamiverse: ¿Cómo fue tu primera experiencia con TECHO? ¿Dónde fuiste, cuánto tiempo, qué hiciste?
FG: Fui a una reunión para conocer a los directores y otros voluntarios interesados en TECHO (la mayoría eran novatos, como yo). ¡Fue fantástico! Me sentí “en casa” a pesar de que ninguno de los otros era argentino. Todos hablábamos de la pobreza y el voluntariado: todos teníamos el mismo propósito, y eso no me había pasado nunca antes. Hablamos de ir a México para un proyecto de construcción. Compartí mis ideas para actividades que sirvieran para reunir fondos y me pusieron a cargo de una actividad ¡¡el día que me conocieron!!
Fue durante el verano, así que tenía más tiempo para organizar todo. Arreglé todo con otro voluntario e hicimos un evento muy exitoso. 21 voluntarios participaron de un evento de 10 horas y conseguimos reunir casi 1.000$. Me sentí genial de hacer eso por TECHO, es muy reconfortante saber que haces algo por los demás.
Desde aquel momento, hicimos varias actividades más de este tipo y siempre formé parte de ellas. Cuando conseguimos todo el dinero que necesitábamos, nos fuimos a México a construir ¡22 casas! Éramos un grupo de 35 voluntarios de Miami. No era mi primer voluntariado lejos de casa, pero sí era la primera vez que lo hacía para TECHO y con el grupo de maravillosos voluntarios con los que fui. Los voluntarios de TECHO son diferentes a los de otras organizaciones, ¡es como si fuéramos familia, todos amigos muy unidos y todos disfrutando de ayudar!
Cuando llegamos a México, nos recogió un autobús en el aeropuerto y nos llevó a una ciudad pequeñita. Fuimos a la escuela local a dejar nuestro equipaje y bolsas y empezar a construir. (Los voluntarios de TECHO duermen siempre en sus sacos de dormir en el suelo de las escuelas locales; es toda una experiencia.) Nos juntamos con los voluntarios de México en parejas y fuimos, cada una, a lugares diferentes. Con 10 voluntarios es suficiente para construir una casa. Construirla, ayudar, encontrarse con otros voluntarios, conocer a la familia destinataria de la casa, a sus hijos… ¡fue maravilloso!
Hice un poco de todo, pero lo que más recuerdo de ese fin de semana es pintar las paredes con los niños pequeños, y jugar fútbol con la familia y los voluntarios. La mejor parte de la construcción es cuando se termina: hacemos una pequeña ceremonia y les hacemos entrega de la casa. Es un momento muy emotivo y todos lloran. La familia estaba muy agradecida, recuerdo a la madre decir: “Nadie nos ayudó nunca como ustedes los han hecho. esta casa que nos dan es el mejor regalo”. Y uno de los pequeños dijo: “Ahora, si llueve, tenemos un techo y podremos dormir por la noche e ir al colegio al día siguiente”.
Todo el esfuerzo que habíamos hecho en Miami fue compensado con la construcción. Fue el sentimiento más reconfortante del mundo.
Mamiverse: ¿Qué aprendiste de tu experiencia con TECHO?
FG: Aprendí muchísimas cosas. Aprendí acerca de la realidad en la que viven muchas personas, la pobreza. Aprendí que siempre hay algo que todos podemos hacer para ayudar. Incluso si es el detalle más mínimo, todo contribuye. Aprendí a trabajar con otros, con voluntarios, con las familias. Aprendí que podemos hacer una diferencia si trabajamos todos juntos. Aprendí que amo ayudar, y este es el mejor sentimiento y el que me hace sentirme mejor. Y también aprendí a no quejarme de todo porque hay gente que tiene muy poco, y, aún así, viven una vida buena, o por lo menos lo intentan.
Mamiverse: ¿En qué sentido ser voluntario de TECHO te ha cambiado la vida?
FG: TECHO es mi tema de conversación todo el tiempo. Siempre estoy pensando en formas de reclutar más voluntarios y recaudar más fondos. Siento que TECHO es parte de mi familia, me siento muy conectada con la organización y su causa. TECHO me regaló algo que me faltaba. Me hizo una mejor persona. Siempre estoy rodeada de otros voluntarios que tienen el mismo propósito que yo. Eso me hace sentir plena. Y prefiero pasar mi tiempo ayudando que viendo la tele o yendo de compras.
Mamiverse: ¿Por qué, en tu opinión, TECHO es diferente de otras organizaciones trabajando contra la pobreza en Latinoamérica?
FG: TECHO tiene un excelente grupo de directores que son jóvenes y entusiastas. El hecho de que TECHO esté dirigida por jóvenes voluntarios es lo que hace la diferencia. TECHO les da a los voluntarios la oportunidad de tomar el mando y organizar eventos y tomar decisiones. TECHO hace que los voluntarios se sientan muy importantes y, realmente, ¡TECHO no existe sin sus voluntarios! is nothing without the volunteers! Tenemos un gran equipo en Miami y sé que es lo mismo en todos los países. ¡¡Y también TECHO es muy divertido!!
TECHO también es diferente porque interactúa con las comunidades locales. Es un proceso largo: empieza con las casas temporales, pero se continúa ayudando a la comunidad, y TECHO permanece con las familias y sigue ayudándoles. Los voluntarios de los países donde TECHO está construyendo llegan a ser parte de la familia para la que lo están haciendo. Cuando fuimos a Colombia este año, todos los voluntarios de allí actuaron como las hermanas y hermanos, padres e hijos de las familias a las que estábamos ayudando. Volvían a la comunidad casi todos los sábados para seguir ayudando a las familias.
Mamiverse: ¿Cuál es tu consejo para un joven que esté considerando ser voluntario con TECHO?
¡Que lo hagan! Pruébenlo y les encantará. Yo he sido voluntaria por dos años y todavía lo sigo haciendo porque me hace sentir muy bien ayudar a los demás. TECHO es la mejor organización sin fines de lucro a la que he pertenecido.