Para los voluntarios de TECHO, el proceso empieza cuando viajan a las zonas marginales y se dan cuenta de cuál es la crudísima realidad de la vida cotidiana en estos lugares. Allí, al convivir con los miembros de la comunidad, son capaces de diagnosticar las necesidades más urgentes y ayudar a organizar y promover la ayuda de la comunidad. Una vez que las necesidades han sido diagnosticadas dentro de las categorías de educación, calidad de vida o trabajo, entre otras, los voluntarios trabajan con las familias locales para buscar soluciones sustentables. La comunidad aprende como manejar su propio bienestar y desarrollo, y los jóvenes voluntarios aprenden acerca de la pobreza y sus causas.
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