Alguna vez me sentiré buen padre-MainPhoto

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Desde que nació mi hijo he intentado ser el mejor padre del mundo pero, sin embargo, siempre me parece que me falta mucho. Los demás me han dicho que soy un buen padre, así que ¿por qué no puedo relajarme y disfrutarlo? Me pregunto si alguna vez me sentiré como un buen padre.

Después de mi divorcio tuve los sentimientos neuróticos y conflictivos que son esperables, me preocupaba que separarme de su madre fuera a dañar al niño. Intentaba compensar estos sentimientos dejándole salirse con la suya cuando su comportamiento no era de lo mejor e intentando entretenerle todo el tiempo que estábamos juntos. Eso me hacía sentir menos culpa, pero… ¿era bueno para mi hijo?

APRENDIENDO A SER PAPÁ
Aunque todavía soy demasiado permisivo, he aprendido otras formas de hacerle saber que es amado y valorado. Cada tarde, cuando llega a casa del colegio, pasamos un par de horas charlando sobre cómo fue su día y haciendo las tareas escolares juntos. Estoy en contacto con sus maestros y muy atento a su desempeño en el colegio. Siempre intento dilucidar si su comportamiento, que es bastante bueno, y su rendimiento escolar, que es normal, son síntomas de alguna otra cosa. ¿Sufre de ADD o alguna secuela psicológica a causa del divorcio? ¿O simplemente está comportándose como un niño?

Y es que, realmente… ¿cómo se supone que debe comportarse un niño de 9 años? Es considerado y amable con los niños menores que él. Le encanta jugar, luchar y competir en deportes. Es amable, un lector mediocre, curioso, casi siempre feliz e inocente. Es fantástico… y aún así me preocupo. Cuando se porta demasiado bien, temo que algo esté mal con él. Cuando no se porta tan bien, me pregunto si yo estoy haciendo algo mal. Todos los días tengo dudas acerca de lo que sería mejor para él. No quiero que se convierta en un robot. No quiero convertirme en un padre nazi. Son pocas las veces que tengo que castigarle porque raramente hace algo que merezca un castigo. ¿Le doy demasiada libertad? ¿Cuánta libertad se le da a un niño?

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¿MUY POCA LIBERTAD?
Cuando hablo con gente de mi edad, siempre recordamos lo libres que éramos en los 70. Cómo corríamos libremente por la vecindad, montábamos en bicicleta sin casco, jugábamos en obras en construcción, nos metíamos en problemas, huíamos.Vivíamos una vida despreocupada, sin miedo a pedófilos o viajes a la sala de emergencia. Y estábamos fenomenal. Ahora, cuando miro hacia atrás pienso: “¿Qué demonios estaban pensando mis padres?”

Lo que ha cambiado es que ahora llenamos la agenda de nuestros hijos de tal manera que ya no tienen tiempo para andar por ahí o ser imaginativos. Con todos estos programas después de clases cuidando a los niños hasta que salimos del trabajo, las tareas, la cena y el baño, más 20 minutos obligatorios de lectura y estar en la cama a las 8.30, no tienen tiempo libre para jugar durante la semana. Y los fines de semana, entre el fútbol, otros deportes y actividades, el tiempo vuela, ¿no es cierto?

EQUILIBREMOS LAS COSAS
Ser padre es un juego de equilibrios. A veces, siento que tiran de mí en diferentes direcciones, intento disciplinar y, al mismo tiempo, estar relajado y darle a mi hijo la oportunidad de aprender por sus propios medios. El verano pasado, en uno de esos momentos de libertad, mi hijo dejó caer una piedra sobre su pie y perdió la uña de su dedo gordo. ¿Debiera haberlo vigilado más de cerca y haberle gritado que no se juega con piedras? ¿Aprendió la lección él sólo?

El que dijo eso de que ser padres no es fácil no estaba bromeando. Cada día trae un nuevo desafío y una nueva preocupación, una aventura y una meta para los dos. Pero, a veces, me siento solo como papá. Las madres son las que se ocupan de criar a los niños por lo general, por eso todos los consejos y publicaciones al respecto están dedicadas a ellas. ¿Y qué pasa con nosotros, los padres?

Quiero que mi hijo tenga una infancia feliz como la que yo tuve, pero también quiero que le vaya bien en el colegio, practique deportes y aprenda a ser una persona empática y respetuosa. A veces parece demasiado. Quizá él sea feliz en su pequeño mundo, ocupado en sus propios sueños. No sé. Todo lo que puedo hacer es ocuparme, confiar en quién es él y en mi instinto para guiarle. Y, claro, también en el conocimiento de sus profesores. Creo que crecerá y se convertirá en una persona maravillosa. Y cuando eso suceda, empezaré a creer que soy un padre lo suficientemente bueno.