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Los doctores modernos han diagnosticado a Juana de Arco con desórdenes como esquizofrenia o epilepsia. Más o menos a los 12 o 13 años, juana empezó a oír voces y tener visiones que ella interpretaba como señales de Dios. Durante el juicio, juana testificó que los ángeles y santos le dieron instrucciones para que luchara contra los ingleses y afirmara a Carlos VII como rey de Francia. La muchacha afirmaba que había una luz brillante que acompañaba estas visiones y que escuchaba mejor las voces cuando sonaban las campanas. Basados en estos detalles, algunos expertos han sugerido que Juana sufría de algún trastorno neuronal y psiquiátrico que la hacía tener alucinaciones y delirios como migrañas, desorden bipolar o lesiones cerebrales, por nombrar algunos. Hay otra teoría que sostiene que tenía tuberculosis bovina, que causa ataques y demencia, por beber leche no pasteurizada y pastorear ganado cuando era pequeña.