En octubre, un niñito se escabulló de sus padres y apareció al lado del papa mientras este hablaba a sus fieles. No quería irse de su lado. El papa acarició al pequeño en la cabeza y le dejó quedarse allí… ¡incluso cuando él espontáneo se sentó en la silla papal!
Derritió el corazón de miles de fieles cuando abrazó en varias oportunidades a personas desfiguradas o enfermas en la Plaza de San Pedro.