He escuchado la desilusión en tu voz cuando os íbais en grupo a pasar el fin de semana con amigos, y él nunca apareció en el aeropuerto. Y nunca llamó. Me he preocupado contigo cuando no contestó los mensajes de texto y terminaste tu viaje antes de tiempo para correr a casa pensando que algo espantoso le había sucedido, solo para encontrarlo sentado en el sofá. Y cuando encima lo defendiste diciendo que él no quería ir, en primer lugar, contuve mi lengua.