Desde nuestra ventana del dormitorio en Brooklyn, tenemos la suerte de tener una vista del horizonte de Manhattan, con el Empire State Building. El famoso rascacielos cambia los colores de acuerdo a las estaciones del año y los días festivos, y sé que, dentro de unas semanas, será verde. Hace años, esto no habría significado casi nada para mí; el verde me habría traído a la mente tréboles de cuatro hojas y duendes, y el temido desfile del día de San Patricio, que era sinónimo para mí de atascos y borracheras.