Actualizado (UPDATED) el 6 de octubre de 2017
Llevas toda tu vida perteneciendo a un grupo familiar del que estás orgullosa, en el que te sientes segura y confortablemente feliz. Sientes admiración y respeto por tus padres, y cariño y deseos de emular a tus hermanos. Sientes que has nacido en la familia perfecta. Hasta que un día, tal vez por un gesto sin importancia, algo que tal vez en otro momento no hubieras percibido, te das cuenta de que uno de ellos, siempre te tuvo envidia.
Al principio, y quizás durante mucho tiempo, lo niegues; luego te cueste aceptarlo e intentes minimizarlo. No es en absoluto agradable, sino más bien muy doloroso, descubrir que alguien a quien querías con toda tu alma, con el que creciste y compartiste muchos buenos momentos, es tu mayor enemigo. Incluso puede que trates de conciliar con la persona en cuestión, adaptarte a sus reclamos y deseos, tarea que es del todo imposible por otro lado, aunque lo intentes con todas tus fuerzas.