Después de una vida, encontré mi trinbu bilingüe-SliderPhoto

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[Bilingual Plus de Mamiverse es un canal online dedicado a facilitar a padres y educadores las herramientas para el aprendizaje bilingüe, en forma de libros digitales ilustrados, cancioneros y otros contenidos para toda la familia.]

Cuando era muy joven, cada vez que un norteamericano me decía “¿De dónde es tu acento?”, yo me sentía insultada. Cada vez que un español me llamaba “guiri” (un localismo que significa “extranjero” y que viene de la palabra “guirigay” (caos) refiriéndose a cómo suena una lengua extranjera a un no hablante) o yanki, me sentía honrada, incluso si me lo decían como un insulto.

Fui a un colegio inglés en España, donde estaba rodeada por norteamericanos, británicos, españoles, colombianos, mexicanos, lo que fuera pero con sus nacionalidades bien definidas, mientras que yo era una mezcla. No quería tener acento, no quería ser bicultural o bilingüe. Quería ser solo una cosa. Mi español sonaba y suena tan nativo que mis amigos españoles no creían que yo fuera norteamericana, y me daba mucha rabia.

Mi abuelita española una vez me mandó al colegio con un bocadillo de mejillones que tiré a la basura en cuanto pude, muerta de vergüenza. Yo quería los perfectos almuerzos norteamericanos que mis amigos llevaban en sus loncheras, y manzanas rojas y brillantes que en mi mundo español no se veían tan perfectas.

SER BILINGÜE EN NORTEAMÉRICA
Quería ser norteamericana de una forma desesperada, me parecía lo mejor para mí. Tenía pasaporte norteamericano y ciudadanía desde mi nacimiento. Mi madre y su familia eran norteamericanos, de Pennsylvania. Pero, oh destino, yo había nacido en Madrid, España, mientras mi padre, español, estaba haciendo allí su doctorado. Mi madre había viajado con él porque querían tener un hijo nacido en España. Para mí fue una maldición toda mi infancia. Envidiaba hasta a mi hermana pequeña porque ella había nacido en Scranton, Pennsylvania.

A pesar de la resistencia que opuse, crecí siendo bicultural y bilingüe. Puedo leer, escribir y hablar ambas lenguas por igual. Es más, puedo convertir mi acento en británico y hablar español de diferentes zonas.

Esto me ha dado muchas ventajas profesionales y personales. He conseguido ganarme la vida muy bien como intérprete y traductor durante muchos años, y el hecho de que domine dos lenguas y entiendo, vivo, respiro dos o más culturas es una ventaja que no me puede dar ningún título universitario. Como adulta, supe que mi abuela materna es descendiente de ingleses y mi abuelo tenía raíces húngaras. También he aprendido que los comentarios acerca de mi acento no fueron, en su mayoría, para insultarme, si no porque resultaba exótico.

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Cuando me convertí en madre, me aseguré de que mis hijas tuvieran ambas nacionalidades, igual que yo, y que su primer nombre fuera pronunciado fácilmente en inglés y en español, no como el mío. Me mudé a Florida en 2004, desde España, y desde entonces mi acento se ha suavizado. Tanto los hablantes de español como los de inglés se preguntan de dónde soy, puesto que mi español se ha enriquecido con la cadencia y la variedad de varios países latinoamericanos, y mi inglés es todavía demasiado perfecto para ser norteamericano puro. Siempre me sentí, y me siento, más a gusto en compañía de gente mezclada como mi pareja y yo. Él nació en la República Dominicana y creció en México pero es hijo de haitianos y neozelandeses. En casa hablamos inglés o español y leemos y escribimos en ambos idiomas. Yo cocino paella, tortilla de patatas, tapas y tacos y él cocina tacos al pastor.

UNA MEZCLA CULTURAL
Mis hijas y el suyo se desenvuelven perfectamente en esta mezcla tan familiar para ellos, y están muy orgullosos de sus orígenes. Mis hijas tienen también sangre argentina y sueca, además de todo lo que yo ya traía en mis genes.

ENCONTRANDO MI PROPIA VOZ
Por supuesto que ahora hay más diversidad en el mundo que cuando yo crecía, y también estoy muy al tanto de las desventajas de perder tu identidad cultural cuando eres un niño, así que refuerzo su orgullo por un “pedigree” tan florido y variado. Las niñas viajan a España una vez al año para visitar a familia y amigos, y van a clases de español, donde conocen otras familias latinas.

Cuando me preguntan de dónde soy, generalmente digo que nací en España y crecí como bicultural. Pero esa no es toda la verdad. La verdad es que tengo un temperamento latino caliente mezclado con un sentido de la vida muy práctico y norteamericano, soy un poco húngara, un poco británica, bastante norteamericana, muy española y pura raza latina en el corazón. Y digo esto porque, hasta que no encontré mi nicho como escritora en Estados Unidos, no pude conseguir que me escucharan.

En el momento en que fuí identificada como una escritora latina, encontré mi propia voz y la adopté con gusto. Estoy muy orgullosa de ser parte de una comunidad llena de color, vida, diversidad y que es exótica en su cultura, su lengua, idiosincrasia y tradiciones. Bailaré salsa, merengue o bachata para celebrar esto.

Lorraine C. Ladish es la Editora Jefe de Mamiverse. Puedes seguirla en  @lorrainecladish y @mamiverse