El refrigerador: Me fui con un poco de prisa, así que no tuve tiempo para tirar las sobras o deshacerme de la lechuga que ya estaba empezando a verse sospechosa. Al parecer, Paolo tampoco lo hizo. Cada plato, cubierto, trozo de lechuga y de queso mohoso seguían ahí, junto con dos cartones de leche caducada.
El lavaplatos: En mi primera noche de regreso, abrí el lavavajillas para poner algunas cosas. El olor me derribó. Nadie lo había abierto en una semana, y los pocos platos sucios que había dejado antes de irme todavía estaban ahí, sin lavar.
El lavabo: El fregadero de la cocina estaba vacía excepto por una gran taza y un plato. Paolo hizo su desayuno normal de capuchino cada mañana, pero comió todas las otras comidas en casa de su madre.