ANTES DE DAR EL PASO DE DIVORCIARTE
No me tomo el divorcio a la ligera. Cuando me casé, claro que esperaba que fuera para toda la vida. Y cuando tuve bebés, por supuesto que no quería que crecieran con sus padres divorciados, como me pasó a mí. Pero luego cambiaron las cosas, se rompieron promesas y se perdió la confianza. La esperanza dio paso a la soledad, la angustia y la desesperación. Dos años de terapia matrimonial no sirvieron de nada. Un seminario de superación personal en pareja no arregló nada. Y esperar que las cosas cambiaran, no cambió absolutamente nada.