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Si te lo puedes permitir, tómate unas pequeñas vacaciones para cambiar de ambiente y tomar perspectiva. No tiene que ser un destino lejano ni exótico. Pronto te sentirás más fuerte y relajada. Si no puedes permitirte unas minivacaciones, mímate con algo: permítete dormir la siesta, acude a una sesión de masaje, pasea por el parque o haz cualquier cosa que mejore tu ánimo.