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La soja a debate
La soja, ingrediente tradicional de la cocina asiática, aparece ahora en todo tipo de productos etiquetados como la “alternativa sana”: leche de soja, yogures, pudding, mayonesa, hamburguesas, queso crema, barritas de proteínas, cereales y más. Muchos otros alimentos, aunque no lo sepamos, contienen ingredientes derivados de la soja, hasta el punto que, de una u otra manera, probablemente está presente en todas nuestras comidas. Aunque, si es tan sana, no tenemos por qué preocuparnos, ¿o sí?

¿Qué sabemos realmente sobre la soja? La información se ha simplificado mucho, dando lugar a una confusión muy extendida: la soja procede de Asia y los asiáticos sufren menos de enfermedades crónicas, incluyendo obesidad, problemas cardiovasculares y diabetes, por tanto al incorporarla a nuestra dieta nos beneficiaremos de sus beneficios para la salud. Sí pero, no es tan sencillo. Incluso después de añadir soja, nuestra dieta y hábitos de vida son muy diferentes de los de mujeres asiáticas. Además, aunque la incidencia de cáncer de mama es menor en Asia, allí padecen más de otros tipos de cáncer, como el de estómago.

INFORMACIÓN BÁSICA
La soja (glycine max) es de la familia de las leguminosas y originaria del sudeste de Asia. Es un alimento básico en países asiáticos desde tiempo inmemorial, donde la fermentación y el tofu se inventaron hace siglos. Se introdujo en Estados Unidos en el siglo XIX, pero hasta la II Guerra Mundial no comenzó a cultivarse a gran escala. Actualmente la mitad de la cosecha mundial de soja se produce en Estados Unidos, donde, en los últimos años una poderosa industria ha logrado promocionar sus beneficios con notable éxito.

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Pregúntale a cualquier médico por la soja y su respuesta probablemente te sorprenderá. Los aspectos positivos –que es una fuente completa de proteínas y un buen sustituto de la carne roja— seguramente irán acompañados por advertencias sobre estudios que arrojan resultados contradictorios y el consejo de consumirla con moderación. Además, la mayoría coincide en que debemos evitar las concentraciones elevadas de productos altamente procesados, como los suplementos y la proteína de soja en polvo.

Excelente fuente de proteínas, con todos los aminoácidos esenciales, la soja contiene muchos fitoquímicos, como fitoesteroles, saponinas, ácidos fenólicos y fitatos; pero el principal objetivos de los estudios son las isoflavonas de esta legumbre: genisteína, daidzeína y glyciteína. Estos son fitoestrógenos que actúan de manera parecida a los estrógenos naturales de la mujer. En aquellas mujeres jóvenes, que todavía producen niveles elevados de estrógenos, el efecto de las isoflavonas no es demasiado fuerte. Pero con la edad, los niveles de estrógenos bajan y la situación puede variar.

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EFECTOS POSITIVOS Y NEGATIVOS
Entre otros supuestos beneficios, se promociona la soja para tratar los síntomas de la menopausia. Pero si se analizan con más detenimiento los usos y las pruebas científicas que avalan esos beneficios, descubrimos resultados contradictorios:

  • Tratamiento de síntomas de la menopausia: Cuando el estudio Women’s Health Initiative Study reveló un incremento del riesgo de cáncer de mama y de problemas de corazón en mujeres posmenopáusicas asociado al uso de tratamiento hormonal sustitutivo (Hormone Replacement Therapy o HRT), muchas buscaron en las plantas un estrógeno natural más seguro. Numerosos estudios han analizado la eficacia de los productos de soja para estos síntomas con resultados contradictorios. Los beneficios de las isoflavonas de soja para mujeres posmenopáusicas no están confirmados, concluye un estudio que repasa toda la investigación anterior en este campo.
  • Prevención de la osteoporosis: Igualmente, los estudios que evalúan el efecto de la soja en la densidad ósea arrojan resultados divergentes: en unos hay un aparente beneficio de algunos productos de soja, mientras otros no encuentran ningún efecto.
  • Prevención de enfermedades cardiovasculares: El consumo de soja parece tener un efecto positivo sobre la tensión arterial, según algunas investigaciones. Sin embargo, falta por determinar si son las isoflavonas u otro componente el que produce este efecto. En otros estudios mientras que las mujeres se beneficiaban de la ingesta de soja, para los hombres resultaba contraproducente. La conclusión es que se necesita seguir investigando para confirmar un efecto cardiovascular protector.

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  • Reducción del colesterol: Los estudios revelan que añadiendo proteína de soja a la dieta se puede reducir el colesterol LDL o colesterol “malo”.
  • Prevención del cáncer: Aparentemente la soja puede reducir el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, pero incremente el riesgo de otros, como muestran numerosos estudios. En su aspecto positivo, las investigaciones apuntan a que la soja tiene propiedades anticancerígenas en relación con el cáncer de próstata, pulmón y endometrio. Pero también hay pruebas de un aumento del riesgo de cáncer de vejiga vinculado a la soja. La mayor preocupación para las mujeres, el cáncer de mama, arroja resultados contradictorios: los estudios realizados en Asia muestran una reducción del riesgo en mujeres que consumen soja, pero los realizados en Estados Unidos no revelan beneficio alguno, según explica la Sociedad Americana del Cáncer (American Cancer Society). También se ha comprobado que las isoflavonas de soja fomentan el crecimiento de tumores de mama en animales de laboratorio.

MUJERES Y SOJA
Probablemente la soja no sea el alimento milagroso que defienden las asociaciones de productores ni uno de los peores venenos de nuestra dieta, como algunos blogs de salud nos advierten. Las mujeres deben tener en cuenta su riesgo de padecer un cáncer sensible a las hormonas antes de aumentar el consumo de productos de soja, además de mantener unas expectativas realistas en cuanto a sus beneficios. La palabra clave para los médicos es moderación en el consumo de alimentos de soja, frente a los suplementos de soja concentrados, que en general no se recomiendan.

Si la soja reemplaza a otras fuentes de proteína, como carnes rojas y carnes procesadas, puede suponer un beneficio general para la salud. No obstante, si fuéramos conscientes de cómo se extrae la proteína de las habas de soja, por ejemplo para hacer hamburguesas, no volvería a antojársenos esta alternativa “sana” del clásico americano.

Por último, es fundamental que las mujeres con antecedentes de cáncer de mama y aquellas que estén en tratamiento de cáncer de mama eviten el consumo de suplementos de soja, puesto que los estudios muestran una interacción con tamoxifeno y aromatasa, según Memorial Sloan-Kettering Cancer Center.