1. Tú tienes el control.
Con el rodillo tú decides donde ponerlo. Un problema con los masajes profesionales es que con frecuencia es difícil explicar dónde te duele y el masajista podría ignorar un punto de presión clave. Además, cuando te pones en la zona de masaje, es posible que no quieras criticar al masajista. Con el rodillo tú estás a cargo así que sabes exactamente lo que se siente bien.