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¿Tu hijo se avergüenza de tu acento español, cubano, mexicano o puertorriqueño? A los niños tampoco les gusta ser diferentes. Desean pertenecer, especialmente encajar en el país en que han nacido o que han adoptado. Son conformistas convencidos, y la falta de fluidez en el idioma de sus padres y abuelos les avergüenza, abochorna y espanta delante de sus amigos.
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Hace mucho tiempo, algunos de mis compañeros de clase, evitaban llevarme a su casa porque sus padres no hablaban un inglés perfecto. Tenía esa impresión porque me pedían que esperara en el coche mientras entraban un momento a buscar algo que necesitábamos: un libro, dinero, lo que fuera. Pero mantenerme fuera de la casa no evitaba que pudiera escuchar cuando uno de los padres gritaba algo en un inglés imperfecto con acento italiano, eslovaco, checo o búlgaro.
A mí mismo me daba grima escuchar a mi tía hablar con las vecinas en una jerga que poco tenía que ver con el inglés. Cuando íbamos al centro de Pittsburgh, a un restaurante o una tienda, yo hacía esfuerzos desesperados por que ella estuviera callada, no quería que los empleados o camareros escucharan aquel acento desconcertante… y su gramática, que me volvían loco. Por ejemplo, el supermercado Giant Eagle era Chainigo para ella.
Todos debemos hacer concesiones y ser comprensivos, por supuesto, pero, al mismo tiempo, tenemos que inculcar a nuestros hijos la idea de que otras lenguas y otras culturas no son algo de lo que avergonzarse… sino todo lo contrario. Hay que explicarles que, incluso si tu inglés no es perfecto, hablas dos lenguas y que otros padres no tienen esta oportunidad y se las tienen que arreglar con un idioma y una cultura nada más. Diles que, hoy en día, cuantas más maneras de comunicarnos tengamos, mejor.
Si consigues que se sientan orgullosos del hecho de que sus padres hablen más de una lengua, te respetarán y se mostrarán orgullosos de ti frente a sus amigos. Al mismo tiempo, tú trata de mejorar en el conocimiento de la lengua de tu país anfitrión. Así, todos ganan.